Esta preciosidad es Sasha, mi compañera en las sesiones de terapias, o más ampliamente, de intervenciones asistidas con perros.
Esta perra, tan simpática y cariñosa que es difícil que pase desapercibida, lleva a cabo fantásticos programas que van enfocados al apoyo a personas que necesitan un estímulo extra para superar sus dificultades. Y Sasha está encantada de poder acompañarles en su tratamiento y prestarse a ser su compañera durante algunas horas a la semana.
Sasha… también tiene un pasado
No es un secreto nuestra vocación por mejorar la calidad de vida de los animales que tenemos a nuestro alrededor. Madrugamos, trasnochamos, pasamos frío y calor, entrenamos, difundimos, enseñamos, colaboramos y aprendemos siempre con vistas a llevar el bienestar animal lo más lejos que nos den nuestras fuerzas.
Y en todo nuestro empeño nos vamos encontrando con maravillosas personas que, con nuestra misma vocación, nos ayudan a crear un universo lleno de ilusión y fuerza para continuar.
En medio de está vorágine, un compañero me habló de una perrita que acababa de aterrizar en la protectora con la que él colaboraba.
Sasha había estado viviendo con una familia durante los 3 años de su vida, y por motivos de fuerza mayor, tenían que dejarla en la protectora para que alguien la adoptara y pudiera darle una mejor vida que la que ellos podían ofrecerle.
Cada día que pasaba en el chenil, su ansiedad crecía y su comportamiento comenzaba a estereotiparse…
Y a finales del mes de agosto de 2015, Sasha llegó a casa para comenzar una nueva vida.
Un nuevo comienzo
Y una vez más tuvo que adaptarse a un cambio en su vida: esta vez, a compartirlo todo con sus dos nuevas hermanas, Neska y Noa, y posteriormente con una gatita que llegó también desde la protectora.
Comenzamos a entendernos pronto, y Sasha empezó a comprender que no había que luchar por las cosas que eran de todos, ni estar siempre alerta cuando había comida por medio.
Salir al campo y correr, jugar de una manera diferente de lo que ella estaba acostumbrada, con sus hermanas y con nosotros, esperar para conseguir las cosas que quiere, ejercitar cuerpo y mente… cambios que poco a poco fueron calando en nuestra nueva compañera. Sin duda, el cambio más difícil fue el de comprender que, por más que buscara, su antigua familia no estaba. Ni en los parques, ni andando por la calle, ni en el campo…
Y poco a poco, aunque aún de vez en cuando observa atenta a desconocidos de perfiles muy concretos, va dejándose envolver por su nueva realidad.
Sasha, una gran perra de intervenciones asistidas con animales
No era difícil ver las cualidades de Sasha para poder acompañarnos en las sesiones de terapia, educación o las actividades asistidas con perros y para prestar su ayuda a personas que quieren comenzar su vida profesional como técnicos en IAA y se están formando para ello.
Siempre contenta si está rodeada de personas, amante del contacto y de los mimos, respetuosa con los niños, atrevida y valiente… tenía todo el potencial necesario para hacer una fantástica actuación en los programas. Sólo había que trabajar las señales y su impaciencia, e ir transformando a la perra nerviosa que no podía parar de ladrar y saltar dentro de su chenil, en la Sasha centrada y dispuesta a dar su tiempo y su esfuerzo por una buena recompensa, que incluye sin duda poder tener ese contacto con las personas, que tanto la gusta y tanto necesita.
Esta pequeña ha robado el corazón de cuantos la han conocido, y es fácil averiguar por qué.
A veces las circunstancias hacen que la vida nos cambie 180 grados. Sé que el cambio para Sasha ha sido grande; para mí conocerla y tener el placer de trabajar junto a ella y formar un buen equipo ha sido un paso de gigante en mi camino; pero el cambio que brinda a cada persona participante en los programas de intervenciones, que con su maravillosa forma de ser sólo un perro puede tener, es el cambio más conmovedor de todos.
Gracias por aparecer en nuestro camino, pequeña Sasha.
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