No sería la primera vez que escucho que un perro tiene que estar controlado en todo momento… y me parece tan alarmante como agotador.
Y en realidad no se me puede tachar a mí misma de no saber qué es lo que están haciendo mis perras en todo momento, pero la supervisión continua está alejada del control permanente.
A los perros hay que dejarles desarrollarse como perros, y para ello debemos establecer unas pautas claras de comportamiento, y a partir de ahí hacer un mantenimiento para que todo nuestro trabajo no se estropee.
Pero, ¿controlar continuamente al perro, dentro y fuera de pista, dentro y fuera de sesión, y pretender que sólo bajo nuestra señal el perro sea perro? Me parece que es más una cuestión de egos que de buenos educadores.
Estableciendo una buena base
Fundamental. Si trabajamos con los perros para que su comportamiento sea el que nosotros deseamos, y lo hacemos bien, ya establecemos una buena base para que se desarrolle como can.
Y establecer una buena base es bastante simple, tedioso pero simple, concienzudo pero simple… A partir de ahí no necesitas mantener al perro bajo señal permanente. «Ahora eres perro«, «ahora tienes que hacer este ejercicio«… Porque manteniendo una buena base conseguirás que el perro piense, que deduzca por las circunstancias qué toca en cada momento. Y además… ¡podrá elegir!
Haciendo una educación sana, basada en la creación de un buen vínculo, sin miedos, sin juegos de poder, el perro también tendrá su parcela para elegir si le apetece o no aquéllo que le estás proponiendo. Y si no es así… a lo mejor tienes que darle una vuelta a los procesos, a las herramientas, o a los propios fines que te estás marcando con él/ella.
Características propias como individuo
Cada animal tiene sus propias características y necesidades. Las básicas las cumplen todos, pero cada uno es diferente, y por supuesto lo son independientemente de que pertenezcan o no a la misma raza.
Es tan simple pensar que todos los perros están predispuestos a hacer una tarea en concreto como que no sienten frío, sueño o miedo.
Permitiéndoles elegir y atendiendo a lo que tengan que decir, nos daremos cuenta de qué pasatiempo es su favorito, con qué ejercicios se desarrollan plenamente sus capacidades o cuáles simplemente no están diseñados para ellos.
Respeto, tolerancia
Y así es, con respeto y tolerancia, que conseguiremos tener un perro equilibrado y educado. Dejando al perro ser, elegir, y disfrutar junto a nosotros.
Cada día me encuentro con profesionales que elijen un perro para «noséqué trabajo«, o noséqué competición deportiva»… y lo hacen desde cachorros con su única idea de seguir adelante pase lo que pase.
En vez de dejarse guiar por un perro que quizá les lleve por caminos que aún desconocen, les da igual si el cachorro tiene displasia severa para seguir en sus trece de competir en OCI o si el perro muestra inseguridad con algunas personas que emiten ruidos para ponerle a nuestro servicio en sesiones de terapia con niños con autismo. Es escalofriante.
Y es que los perros no están a nuestro servicio. Los perros y los animales ya tienen entidad por sí mismos, y no necesitan que ningún súper-hombre o ninguna súper-mujer venga a enseñarles cómo deben ser.
Deja una respuesta