Son tantas las maravillas que escuchamos sobre las terapias realizadas con perros, que con frecuencia la gente que no está metida en este fascinante mundillo intenta basar la solución de un problema en la introducción de un perro (u otro animal) en casa.
Hoy me encantaría hablar un poco más sobre esto…
Perros de intervenciones asistidas y perros de asistencia
Perros que puedan ayudar a hacer de la vida de una persona una realidad diferente, hay muchos. Y no sólo en terapias… de hecho, las Terapias son una de las patas de las que se componen las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), junto con las Actividades y la Educación. Pero además, están los perros de asistencia, que hacen igualmente una inigualable labor apoyando a las personas con algún tipo de discapacidad y/o determinadas enfermedades como la diabetes o la epilepsia.
Una gran diferencia entre los animales de intervenciones asistidas y los perros de asistencia, es que los primeros van siempre acompañados de su guía y realizan programas o actividades específicas, de mayor o menor duración, mientras que los perros de asistencia, una vez entrenados, permanecen junto a la persona que necesita sus servicios. Éstos últimos son siempre entrenados para personas que tienen alguna discapacidad, mientras que en intervenciones asistidas con perros se trabaja también en actividades y educación donde no es la discapacidad una característica necesaria.
La necesidad contar con el apoyo de un perro
Hay una gran variedad de usuarios o receptores que se ven beneficiados por la asistencia de un perro en su vida cotidiana, y sin embargo no todo el mundo es indicado para aprovechar la posibilidad que los animales nos brindan ni todos los problemas se resuelven dejándose envolver por la seguridad, real o no, que da el hecho de tener una ayuda externa, en vez de dar la oportunidad de que ésta salga de uno mismo.
Los perros, o los animales en general, no resuelven cualquier problema ni tienen una varita mágica que hace que las cosas malas desaparezcan. Los perros tienen muchas cosas, y a través de ellos se consiguen grandes avances, pero la voluntad de quien recibe las sesiones es fundamental para que las cosas vayan por buen camino.
El papel del perro de intervenciones
Los perros no son terapeutas. Ni diseñan ni evalúan las sesiones. Ni tampoco tienen la responsabilidad de que la sesión en sí misma salga bien.
Los perros son un apoyo que motiva y estimula, que llena de espontaneidad una terapia si es necesario o se mantienen en la posición marcada perfectamente quietos si eso es lo que se requiere. Son una vía para conseguir resultados donde otros métodos es complicado que lleguen.
Adecuada selección del perro
Desde luego que no cualquier perro es adecuado para empezar a intervenir en las sesiones de terapia. Con frecuencia se confunde que un perro bien enseñado pueda ser automáticamente un perro apto para estos programas o que un perrete sociable al que le gustan los mimos hará unas actividades estupendas. Los perros de intervenciones necesitan muchas más cualidades con las que contar.
Ausentes de inseguridades y capaces de sobreponerse a situaciones incómodas, los perros de terapia deberían adoran a las personas y se dejarse manipular con facilidad. Disfrutan haciendo los ejercicios para los que previamente han sido entrenados y tienen una buena tolerancia a la frustración. No les preocupan los ruidos ni los objetos extraños como sillas de ruedas o pelotas gigantes, y se sienten felices entre miradas perdidas y caricias bruscas o gritos repentinos.
No todos los perretes seleccionados, preparados y entrenados tienen la capacidad de responder del mismo modo a diferentes tipos de receptores, y es por eso que según el animal, se mantiene o no especializado en un determinado tipo de terapias, actividades o educación.
Somos los técnicos en intervenciones asistidas con animales los que nos encargamos de su preparación y bienestar durante la sesión, manteniendo una comunicación constante con ellos y evaluando continuamente los niveles de estrés y sus necesidades, anteponiéndolas a cualquier otro fin.
Es por ello que pretender incluir un animal en la familia para que sea el motor de un cambio, sin tener en cuenta nada más que la necesidad de tener una herramienta externa que haga posible la resolución de un problema, es tan ilógico que a veces estremece constatar que esto sucede hoy en día.
Ni todas las personas aceptan la presencia o el contacto de un perro, ni todos los perros se sienten cómodos haciendo los ejercicios que se les piden en ambientes tan dispares. Por eso, y como siempre, la formación es fundamental y el buen entrenamiento, indispensable.
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