No son pocas las veces que los entrenadores nos encontramos con un perro con características muy especiales que sin embargo no responde a las señales de sus guías o cuidadores. Y por mucho que se empeñen, sin la motivación adecuada ese perro tan apto para el entrenamiento, no se moverá, y si lo hace, pronto perderá el interés por el trabajo y seguirá su camino lejos de los ejercicios que se le pide realizar.
Cuando nos disponemos a trabajar con un perro, lo primero que debemos tener en cuenta es el grado de motivación que tiene en primer lugar para trabajar, y en segundo lugar para realizar el ejercicio concreto o la tarea que le vamos a pedir. Aunque pueda parecer la misma cosa, no lo es. Un perro puede estar en disposición de trabajar (anticipando los premios que va a recibir), pero dependiendo de la tarea y el refuerzo concreto que le demos, estará motivado o no a seguirnos en el entrenamiento. Es por ello que debemos prestar toda nuestra atención a las señales que nos da, y graduar las herramientas que tenemos en nuestra mano para regular su motivación, según lo que queramos conseguir.
Y para poder motivar adecuadamente al perro contamos con su deseo de conseguir algo, con el valor que demos o que dé el perro a algo en concreto (objeto, cosa, situación…) y con la facilidad que tenga para conseguirlo. Serán estos tres factores los que determinen el grado de motivación para ponernos manos a la obra a entrenar.
Deseo
Para poder influir en los deseos de un perro tenemos dos herramientas fundamentales:
- Aumentar su necesidad de conseguir algo: No se trata de privar al animal de los cuidados fundamentales que debe tener para que su necesidad sea tan real como llegar a la inanición… ¡no! Privar a un animal de su ración de comida para únicamente ofrecérsela en el entrenamiento, y negársela si el entrenamiento no ha sido adecuado, no tiene nada que ver con el hecho del que hablo aquí. Para poner un ejemplo sencillo, si tenemos un perro que no quiere salir al parque a las cuatro de la tarde porque está solo, pero sabemos que es un perro sociable y que a las ocho de la noche el parque estará repleto de perros con los que juega y se lleva bien, la necesidad de conseguir salir al parque a las ocho de la noche aumentará considerablemente por su deseo de relacionarse socialmente. Lo que no se debe hacer, ética y moralmente, es tener al animal sin salir a la calle durante 20 horas para que aumente su deseo de salir… En otro artículo profundizaré más en los deseos de fundamentales de los perros.
- Hacer la meta mucho más atractiva de lo que ya es: ¡Juguemos con lo que le cuesta al perro conseguir algo! Conociendo al perro, podremos determinar si el hecho de hacer algo más difícil de conseguir lo convierte en algo mucho más atractivo o todo lo contrario. Seguro que alguna vez has querido jugar con por ejemplo un palo con el perrete y más ensimismado en otra cosa ha pasado de largo. ¿Pero alguna vez se lo has mostrado y te lo has guardado rápidamente, te has ido corriendo con él o simplemente has prestado atención de más al palo? Si es un perro de los que cuanto más difícil más codiciado, la reacción es inmediata.
Valor o incentivo
Estrechamente relacionado con los deseos, un buen incentivo puede generar el deseo y un deseo puede llegar a su propia meta. Podemos incentivar a un perro mediante tres formas distintas:
- Ofreciendo mayor cantidad del incentivo: Por ejemplo, premiando con 4 bolitas de pienso en vez de dos.
- Tener mayor variedad de incentivos diferentes: En vez de premiar con juego únicamente con un freebee, podemos usar unas veces el freesbee, otras una pelida, otras un mordedor…
- Hacerlo más atractivo: Por ejemplo, en vez de tirar un mordedora un par de metros para que lo muerda, tirar de él y quitárselo para que le resulte más difícil y lo quiera con más ganas. Ojo, no todos los perros verán esto atractivo, por loq ue por supuesto lo principal es conocer la forma en la que el perro valora cada cosa.
Facilitadores
La motivación del perro está también determinada por lo fácil o lo difícil que le resulte realizar el trabajo. Esto no significa que cuanto más fácil más motivador… depende como siempre del perro que tengamos enfrente. Tendremos que tener en cuenta:
- Las expectativas del perro sobre el premio que va a recibir: Si hacemos que sus expectativas sean muy altas (y cumplimos esas expectativas) su motivación por hacer el ejercicio correctamente aumentará del mismo modo.
- Posibilidades de conseguir hacer el ejercicio bien y llegar a la meta de obtener el premio por haberlo hecho. Si ponemos de entrada una tarea muy difícil que el perro no sabe hacer, lo más probable es que el perro tome conciencia de que lo que se le pide no podrá hacerlo y se desmotivará con facilidad. Por ejemplo, si queremos que el perro ruede por el suelo, tendremos que ir paso a paso, enseñándole al principio a tumbarse, luego a poner el lomo en el suelo y finalmente a girar.
- Lo sencillo o complicado que sea el ejercicio. Como adelantaba unas líneas más arriba, un ejercicio sumamente sencillo desmotivará al perro, por lo que hay que buscar el punto medio.. ¿sabes cómo? ¡Conociendo al perro! 😉
- ¿Quién tiene el control de la situación? Para el perro con el que entrenamos, el perro. El perro es el que debe sentir que tiene el control, de tal forma que es él/ella quien activa que el guía le dé el premio. Si esta afirmación te sorprende, olvídate de las jerarquías y los juegos de poder. Ahora piensa en la colaboración guía-perro. ¿A que queda un poco más claro? ¿No? Para el guía el hecho de decir una palabra o hacer un gesto, lleva a que sea el perro el que decida hacer lo que le pedimos. Es su decisión: sólo el perro puede sentarse (olvidémonos de la manipulación o la fuerza para que se siente; eso no tiene cabida en Siente a tu Perro), y por lo tanto, él tiene el control de hacer el ejercicio y hacer que el guía le premie. Es decir, el perro es quien controla la recepción del premio… o eso es lo que debe sentir, y hay que atribuírselo de forma adecuada.
Motivar al perro es todo un arte a veces, sobretodo cuando nos ponemos delante de un perrete que no ha recibido los estímulos adecuados. Otras veces, conseguimos sacar aquello que sus cuidadores no han podido ver y en muchos casos los perros tienen motivaciones muy altas con diferentes objetos y estímulos. En cualquiera de las situaciones hay que prestar atención al perro para saber qué le gusta y le activa, qué nivel de activación le produce un estímulo concreto y si ese nivel de activación es el que necesitamos para la sesión de entrenamiento.
La motivación, sin duda alguna, es el motor fundamental para trabajar con un perro… ¡y también para hacer su vida diaria más entretenida y feliz!
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