Era complicado poner un título que abarcara un caso complejo como es el de Chula.
Un desafortunado incidente en la calle provocó a los dos años de la perrilla que pasara de ser muy sociable a no permitir a nadie que entrara en casa, además de cambiar de actitud con los perros y no querer tener nada que ver con ellos. Sin embargo, con la gente conocida se deshace en cariñitos aunque nunca deja de estar alerta a los movimientos que se hacen.
Ruidos, movimientos inesperados y estímulos diversos, provocan en Chula mucha inseguridad, que intenta esconder ladrando, gruñendo y con una actitud agresiva hacia los demás.
Tras la sesión de evaluación y un rato en la calle de la primera sesión, comenzamos el trabajo en el domicilio.
A destacar del vídeo:
- Tiene una gran capacidad de concentración y un aprendizaje muy dinámico, además de bastante buena flexibilidad, por lo que me permito dar saltos más grandes en mi criterio de trabajo, que con otros perros sería contraproducente.
- Los tiempos muertos los lleva fatal… y busca el ruido, el gesto, el movimiento con el que reaccionar, por lo que el trabajo ha de ser continuo y los tiempos sin hacer nada, cortos, para poder ir alargándolos paulatinamente.
- Hay un cambio grande entre la sesión de evaluación y la segunda sesión, donde podemos comenzar a dejar a la perra gestionar la situación. La ansiedad sigue muy presente, pero poco a poco ella va teniendo más seguridad y tomando el control de la situación, aceptándola al menos, sin necesidad de ladrar o gruñir.
- Introducir una tarea condicionándola al sonido del timbre, evita la focalización en la puerta y la desensibilización de éste. Timbre+abrir la puerta no significa estrés, gente que entra de manera maleducada para Chula, sino que aunque mantiene alto grado de excitación aún, comienza a tener un significado mucho más positivo.
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