El trabajo, los compromisos familiares, las relaciones sociales, las prisas… Hay veces que no podemos dedicarle a nuestro perro el tiempo que nos gustaría.
Tener un perro en casa exige una responsabilidad y una dedicación, pero por muy concienciados que estemos, a veces nos vemos forzados a no poder atenderle con todo el tiempo que se merece, y si poco a poco vamos dejando nuestras obligaciones de lado, tendremos un perro triste, desestabilizado, con exceso de energía o déficit de cariño…