Condeno el maltrato animal porque su sufrimiento me perturba, me entristece y me llena de ira y rabia. Lo condeno porque no comprendo el placer que conlleva hacer daño sin sentido, ni veo en tal maldad resquicio alguno de cultura, arte o satisfacción.
Condeno el maltrato animal porque no me considero en un estatus superior a ninguna especie, simplemente diferente, y porque al interactuar con ellas lo hago desde el respeto y la admiración, dejándome llevar por el aprendizaje que puedan regalarme.