Se hace patente que hay una necesidad cada vez más reconocida de crear un vínculo con el perro que va más allá del simple adiestramiento. Es decir, el adiestramiento del perro se realiza con más sentido y con más solidez cuando el perro se convierte en uno de los dos pilares del entrenamiento, dejando a un lado el camino de una sola dirección. La comunicación continua entre el animal y el adiestrador, la compenetración en el momento de marcar los tiempos, la confianza mutua y el necesario entendimiento, son las piezas de un engranaje que dará la solvencia necesaria a los ejercicios para que lo aprendido permanezca y haya voluntad de aprendizaje.