En muchos cursos y podría decir que en el 100% de los domicilios a los que me acerco o con los alumnos que trato en las clases, se enseña o se prioriza a decirle al perro lo que no debe hacer.
No quiero meterme esta vez en las formas que tenemos para hacerlo o el momento de utilizarlo. Pienso ahora más en el concepto de «no hagas eso».
Rara vez alguien me dice «le he enseñado el sí».
¿Tanto nos cuesta emocionarnos positivamente cuando nuestro perro hace justo lo que queremos que haga? Tanto si es porque estamos educándole como si es porque nos lo regala. ¡¡Muy bien hecho!! ¡Eso es chica, eres increíble!
Es tanta la energía que se genera en ese momento que es posiblemente el mayor refuerzo que un perro puede tener. Y lo dejamos pasar, nos lo guardamos… y en nuestro escondite se muere y no se disfruta, no se comparte. ¡Se pierde!
Todo el mundo quiere que su perrete esté pendiente y no necesite comida o juego para reforzarlo, y sin embargo cuando tienen la oportunidad de comunicar al perro que lo que hacen está bien, que es justo lo que esperan de él, lo dejan pasar sin más, porque en ese momento no están educándole (¡el perro aprende 24 horas al día!).
Por eso me encantaría que alguien alguna vez me pidiera algún servicio diciendo » le he enseñado lo que quiero que haga, pero tengo dudas sobre esto o lo otro». Sería maravilloso comenzar una relación con tu perro y que todo lo que reciba de ti sea la cantidad de cosas que te gustan, lo bien que hace las cosas y el orgullo que te envuelve al tener un perro como él. ¿No crees?
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