Vaya artículo tengo por delante: cómo educar a un cachorro, ahí es nada.
Y yo, que soy una auténtica apasionada del adiestramiento y la educación canina, relego completamente para una segunda etapa todo eso de que aprenda a sentarse, a tumbarse, a esperar hasta que yo regrese o, por supuesto, a darme su patita cuando se lo pido.
Educar a un cachorro comienza cuando podéis gozar de confianza mutua. Esa es tu tarea en las primeras semanas, los primeros meses. ¿Te cuento cómo? ¡Vamos a por ello!
No estoy pensando en no enseñarle a un cachorro absolutamente nada durante esta primera etapa. En el trato diario hay muchas cosas que se pueden hacer para adiestrar a un cachorro. Puedes leer nuestros 25 consejos para tener un cachorro en casa. Sin embargo, tu primera tarea es conocer a tu cachorro/a.
Conoce a tu cachorro/a
Busca qué cosas le gustan, cuáles no le gustan nada, qué estímulos le provocan ansiedad, cuáles miedo, y con cuáles se divierte. Investiga sobre sus gustos culinarios y a qué horas tiene necesidad de comer. ¿Cuando duerme, cuándo juega? Toda esta información será valiosísima para poder comenzar a educar a tu cachorro.
Necesitas observar más que nada. Tienes que aprender a interpretar sus gestos, sus sonidos. No me vale que hayas tenido compis de 4 patas antes… Yo convivo con 4 en casa, y tantos y tantos que veo y entreno, y cada uno/a tiene su maravillosa forma de hacerse entender. Claro que las señales de comunicación canina te darán un conocimiento muy importante, pero ¿qué es eso que tu cachorro/a tiene de especial?
Fomenta las habilidades de tu cachorro/a
Cuando ya tenemos una idea de qué motiva a nuestra cachorra en una buena dirección, podemos comenzar a potenciar sus capacidades más exitosas. Vamos a realizar interacciones divertidas y satisfactorias, que nos abrirán las puertas a trabajar otras que tenga menos desarrolladas.
Sin ningún tipo de duda, debes fomentar su olfato. La importancia del olfato en los perros es indiscutible, pues es su principal herramienta para relacionarse con el mundo. Les aporta reflexión y concentración, y todo ello además, les proporciona la deseada calma que toda familia que comparte su vida con un perrete joven o un cachorro, necesita.
¿Tienes una perra de caza? Fomenta la caza colaborativa (no tiene que cazar liebres, pero sí jugar al juego de la caza con los estímulos que tú propongas). Olvídate de tener a una molosa corriendo de arriba para abajo o a una beagle sin usar su nariz, por miedo a que siga rastros. ¿Pastora? ¡Usa su cabeza!
Lo que tienes que hacer es enseñar a tu perra/o que tú eres quien va a vigilar que sus necesidades estén cubiertas. No prohíbas lo que está en su naturaleza. ¡Ayúdate de eso para aumentar vuestro vínculo!
Crea un buen vínculo y un ambiente de plena confianza
Haz que la vida de tu cachorro sea una mezcla entre un parque de atracciones, un museo de ciencias interactivo y el recreo de un colegio.
¿Acaso estoy hablando de no poner normas? Para nada. En un parque de atracciones hay que esperar turno, y el porcentaje de tiempo que pasas en la cola es considerablemente mayor que el que tienes para estar disfrutando de una atracción maravillosa. Sin embargo, hay una alta expectativa y una gran motivación.
En un museo de ciencias interactivo, descubrirás por tus propios medios cómo funcionan las cosas. Probarás, te equivocarás, y finalmente aprenderás tanto de tus errores como de tus aciertos. Y cada una de las experiencias, con sus normas concretas para ser llevadas a cabo, será tan enriquecedora que el aprendizaje se perpetuará durante mucho tiempo.
Y finalmente los recreos de los colegios, con su hora de inicio y su hora de fin, proporcionan interesantísimos espacios para disfrutar de juegos más o menos desordenados. Con sus propias reglas intrínsecas, son compartidos, además, por individuos similares que aportan no solo creatividad, sino nuevas normas y formas de jugar.
Establece las normas más básicas y fundamentales
¡Claro que queremos normas! Y en ese ambiente divertido y con posibilidad de desarrollarse, poner normas será mucho más sencillo.
Y es que educar en positivo, trabajar con los refuerzos y no con los castigos, mantener la ética y el respeto por encima de todo (¡incluido nuestro propio aprendizaje) no significa que todo deba hacerse al libre albedrío.
Para mí, las normas básicas y por la cuales el juego termina, total o parcialmente (según el caso), son muy sencillas:
- Se puede morder, sin hacer daño y sin descontrol. Te interesará saber cómo educar a un cachorro para que no muerda.
- En la cama, sólo suben y duermen personas.
- Yo te acompaño en las comidas, pero no te incomodo; tú me acompañas en las comidas, pero no me incomodas.
- Nos respetamos y entendemos nuestra comunicación para tener un ambiente cordial.
Esas son las cuatro básicas con mis perras. Cada persona en su casa tendrás unas concretas. No pongas más de 4-5. ¿Cuáles son las tuyas?
Decir que no, decir que sí
Ya he hablado sobre cómo enseñar el sí en alguna ocasión. Y es que nos obsesionamos, según llega nuestra cachorra, en decirle qué está mal. «Esto no se muerde», «esto no se coge», «esto se huele», «esto no se come»… ¡qué cansado para ti y qué angustioso para ella!
Y está claro que tenemos que decir que no muchas veces. Las cachorras son como las bebés, están siempre haciendo cosas que nos parecen peligrosas o inadecuadas. Y yo pregunto: ¿tratas igual una acción peligrosa que una acción inadecuada de tu perra? Si has asentido con la cabeza… ¡cuidado!
Porque igual que pasa con niñas y niños, el «no» continuo para un perro pierde el trágico valor que debería tener. Piénsalo: NO. Limita, corta, imposibilita. Puf…
Los perros tienen la necesidad de explorar, de aprender, de llevar sus límites más allá, según aumentan sus capacidades. ¿De verdad le vas a decir «no» frustrando su necesidad de conocer el mundo? ¡Da opciones! Si no puede comer esto, quizá le interese roer esto otro…
Te voy a contar un secreto a voces:
cuanta más limitada tienen su época de cachorros, menos criterio desarrollan, menos importancia le dan a tus indicaciones (no es definitivo, pero sí hay una pérdida importante de grabar a fuego en su cerebro que las cosas geniales también pasan contigo), y más actúan en base a la frustración y no a su propia naturaleza.
Por eso busca la forma de enseñarle y acompañarle en el descubrimiento del mundo con un «sí» de manera instintiva, que para decir que no, siempre habrá tiempo.
Muchas más cosas relacionadas con los cachorros se me quedan en el tintero, y muchas otras ya las he ido escribiendo. No quiero alargarme mucho más hoy, pero sé consciente de que lo que hagas ahora, marcará la forma en la que tu cachorra ve el mundo. Eso es una responsabilidad gigante… pero nadie dijo que fuera a ser fácil educar a un cachorro, ¿verdad?
2 comments
Join the conversationPedro - 1 de marzo de 2022
Hola buenas ,os queria hacer una consulta y asi tener una segunda opinion , mi perrita de 5 meses ,a costado mucho de ganar su confianza y aun nos queda camino ,pero hay una cosa que no entiendo , cuando te pones de pie , ella huye ,y nos tiene miedo , solo en el sofa se siente segura , sabeis algun ejercicio o alguna pauta para ayudarle a ir quitandole esa inseguridad , gracias , ya estamos con una etologa ,pero la cerdad nos viene muy bien segundas opiniones y consejos ,gracias ,buen articulo
Miriam Sainz - 13 de marzo de 2022
Hola Pedro, muchas gracias por tu comentario.
No paséis de estar sentados a estar de pie del tirón. Posiblemente necesite cierta ayuda y movimientos muy tranquilos para hacer ese cambio, donde de repente, «crecéis». Si os admite el juego, puedes intentar cambiar esas posiciones al jugar, lentas y controladas. También lo puedes hacer con algo de comida, si come bien de vuestra mano, al cambiar de posición. Incluso landar comida lejos para que vaya, y vuestro movimiento lo perciba como más mitigado.
No lo haría del tirón, si no que varias veces al día (y no solo cuando necesitáis moveros) trabajaría movimientos suaves y poneros de pie. Pero si no lo gestiona bien, entonces no llegaría a erguirme del todo.
La idea es que podáis ir desensibilizándola poquito a poco, sin que sea una «inundación» para ella que ni puede controla, ni puede gestionar. Erguirte y encogerte varias veces según la emoción que muestre, es un buen ejercicio. Pero no te pases de repeticiones ni vayas buscando la sensación de miedo, ¡para mucho antes! Con la primera inquietud, vuelve a agacharte.
Coméntame qué tal ha ido.
Un saludo.