¿Te han aconsejado poner un collar de impulsos eléctricos a tu perro? ¿Sabes lo que conlleva?
A veces es una persona profesional y otras veces alguien a quien le ha funcionado que te lo cuenta en el parque. Tener información siempre hará que al menos, tomes una decisión instruida. Aquí te la dejo para que puedas al menos contrastarla.
La opción más cómoda
Es verdad, la opción más cómoda es poner directamente un collar de descargas eléctricas. Esto implica que no tenemos que estar pendientes de qué le pasa al perro, simplemente nos quitamos el problema en un momento, porque su comportamiento, habitualmente, deja de existir de inmediato.
Significa también que estamos limando la punta del iceberg, y obviamente nos estamos olvidando del gran bloque de hielo que hay por debajo, es decir, sus emociones y la causa real de ese comportamiento.
La opción menos ética
Quizás es la opción más rápida o efectiva, al menos aparentemente, sin embargo es la opción menos ética, y creo que esto tiene poco debate. Más rápida… momentáneamente sí, a la larga, no.
Esto lleva aparejada tu falta de predisposición para sacar tiempo que compartir con tu perro en el que podáis aprender los dos cómo hacer las cosas de otra manera.
Porque tú no mantengas el compromiso que deberías haber adquirido con tu perro, tu perro sufre las consecuencias.
La opción más dañina
Para hacer mal a un perro, también hay que saber hacerlo. Un profesional del sector que utilice estos escalofriantes métodos, al menos tiene que saber exactamente cómo utilizarlos para hacer el menor daño posible. Poner en manos de una persona inexperta algo tan aversivo como es un collar de descargas eléctricas no puede terminar bien.
Cuándo y cómo utilizarlo, milimetricamente medido, es trabajo de alguien que sepa de comunicación canina, de las emociones del perro, de la intensidad necesaria y la cantidad de tiempo justo para conseguir el comportamiento deseado.
Dicho esto, me sigue pareciendo aberrante que haya profesionales que, conociendo todas estas cosas, utilicen estos métodos de manera habitual o puntual, y mucho más aberrante aún que lo dejen en manos de personas inexpertas que han tenido que recurrir a pagar a un profesional porque ellos no son capaces de cambiar el comportamiento de un miembro de su familia, por lo que su frustración, rabia o cansancio mental, no jugarán en favor del perro.
Conclusión
Así que, en realidad, no creo que se trate tanto de un problema que únicamente puede solventar un collar de descargas eléctricas, sino que su utilización radica por un lado en falta de conocimientos alternativos del profesional que lo aconseja, y premura en conseguir comportamientos que posiblemente llevan arraigados varios meses o varios años, en unas pocas sesiones, permitiendo así poder pasar página y concentrarse en alguna de las muchas otras cosas que la vida nos ofrece.
Y esto quizá sería maravilloso si no estuviéramos hablando de seres vivos, pero la mala noticia es que son seres sintientes y que además tienen capacidad de aprendizaje cuando trabajamos con adiestramiento en positivo y colaboramos con ellos.
Comprometete con tu perro, y no dejes que te den gato por liebre.
Os dejo un vídeo que creo que lo explica muy bien, por Mi Fiel Amigo y Experto Animal.
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