A lo largo de la vida de un perro son muchas las situaciones que pueden darse que lo empujen a «fugarse» y olvidarse un rato de nosotros aún cuando tengamos un estrecho vínculo con él. Por ejemplo puede decidir marcharse en busca del origen de un olor maravilloso (normalmente con un concepto de lo maravilloso distinto del nuestro), atraído por algún ruido extraño o seducido por algún estímulo interesante, por ejemplo un pobre conejo que pasaba por allí en el momento equivocado. Esto puede hacer que se inicie una persecución en la que nuestro perro pierda la noción del tiempo y del espacio. O simplemente puede despistarse al confundir el silbido de otra persona a lo lejos con el nuestro. En nuestra mano está poner los medios necesarios para hacer que esto quede sólo en un susto y evitar que nuestro peludo acabe extraviado.