Y es que no falla: estás en una sesión o una clase haciendo tu trabajo y de repente la escuchas… sin anticipación ni paños calientes, sin previo aviso y con toda la carga de su significado…
Sí, hay frases recurrentes que hacen que se nos erice la piel y tengamos que hacer nuestras propias señales de calma. Pero ahí están, y si tienes la suerte de haberte puesto en manos de un buen entrenador, ¡acuérdate de ellas para no decirlas!