Los perros muy sociables, pero también los inseguros e incluso los aburridos, aquellos que tienen energía desbordada y no canalizada, suelen darnos ciertos quebraderos de cabeza cuando esperamos que llegue una visita a casa. Hoy me voy a centrar en aquellos perros deseosos de saludar, impacientes por recibir a nuestros amigos o familiares con la mejor disposición… aunque ésta con frecuencia sea excesiva para nosotros o para los que llegan.
Suena el timbre, ¡empieza la revolución!
Posiblemente el timbre sea el desencadenante, pero lleves casi todo el día dándole información a tu perro de que algo importante va a pasar. La preparación del aperitivo, los movimientos rápidos en los momentos previos a que lleguen los invitados, pues has dejado las cosas para el último momento, te has vestido y perfumado de forma diferente, quizá estés con más nervios de lo habitual… Todo eso tu perro lo percibe, y le causa, cuanto menos, curiosidad.
Sería estupendo que antes de la llegada de las visitas, hubieras pasado un rato con tu perro en la calle, con la posibilidad de hacer algo de ejercicio y de investigar el entorno, entrenar o jugar contigo.
Y entonces suena el timbre… y siento decírtelo, pero ¡no es el momento de trabajar nada! Respira hondo, intenta llevar a tu perro a un lugar en el que pueda estar más tranquilo y continúa con la visita lo mejor que puedas… ¡ah! y acuérdate de este artículo para comenzar a mejorar vuestra convivencia desde mañana mismo.
Desensibilizando el sonido del timbre
¿Qué crees que puede pasar por la cabeza de tu perro cuando suena el timbre? Yo no lo sé, no recuerdo haber sido perro nunca, pero si observas un poquito la situación desde fuera, verás que el sonido del timbre suele llevar asociado que alguien se levante (puede que dé un respingo), que haya movimiento acercándose a la puerta, es posible que el timbre suene varias veces (el del portal y el de la casa), que la puerta por donde entran personas y al salir ocurren cosas interesantes se abra, y que alguien (a quien posiblemente conoce y quiere tu perro) aparezca, se quede un buen rato, y entre medias le de todo tipo de caricias, juegos e incluso comida.
Eso, o que un extraño venga y se marche en pocos minutos por donde ha venido (y que a veces se muestra cariñoso y otras incluso desconfiado con el perro).
Es decir, el timbre predice un acontecimiento, una ruptura de la rutina, algo interesante a lo que prestar atención. Si además hay cierto nerviosismo que viene de ti, bien por la visita en sí o por intentar controlar los ladridos o los saltos de tu perro, es más que probable que tu amigo canino perciba que a ti también te perturba el timbre y la visita, así que, ¿cómo no va a tener motivos para activarse de esa manera?
Comenzar una buena desensibilización con cambio de rutinas cuando suena el timbre, será una estupenda decisión 😉
El timbre, una señal para marcharse a su sitio
Trabajando esa desensibilización conseguiremos que el perro deje de asociar el sonido del timbre con todo lo que he comentado más arriba. Es decir, con frecuencia escuchará la llamada pero nada de lo que solía ocurrir, sucederá.
Podemos trabajar un paso más, para asegurarnos de que además, el sonido de la campanita provoque una reacción diferente, como por ejemplo que sea la señal para que el perro se quede tranquilo en su camita o permanezca sentado hasta que se le de permiso para ir a saludar.
Al otro lado de la puerta
Otro momento interesante, como apuntaba más arriba, es el momento en el que la visita va a pasar a casa.
Enseñarle al perro que debe permanecer sentado (o en su camita, si eso es lo que le hemos enseñado) o por el contrario la puerta no se abrirá, es fundamental para que quien está al otro lado pueda pasar sin que tu perro se abalance.
Verás cómo en pocas repeticiones entiende cómo debe comportarse para que quien está al otro lado de la puerta, entre. Cuando la tengas abierta y él continúe esperando, hazle la señal para poder saludar antes de que se mueva. ¡Comenzarás a tener un perro pendiente a tus indicaciones!
Saludando a las visitas
Si ya has conseguido que tu perro espere a la señal, tendrás que enseñarle cómo aproximarse adecuadamente.
Pídele a la visita que le acaricie estirando los brazos lo más abajo posible, para evitar que el perro se ponga a dos patas. Si se pone muy nervioso, corta el saludo (quizás con una llamada) y vuelve a repetirlo de nuevo. Es posible que en los primeros intentos sea conveniente ayudarte de una correa.
Procura que las caricias que recibe de quienes llegan, sean calmadas y suaves para evitar una alta activación, y evita que realicen grandes aspavientos y encuentros cargados de actividad.
Recuerda que para llevar todo esto a buen término, deberás ser muy constante y trabajarlo varias veces al día.
Si ya lo has puesto en práctica, ¡cuéntame!, ¿te ha ayudado este artículo a que las visitas en tu casa sean más tranquilas para tu perro y para el resto de la familia?
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