Y me preguntan «¿por qué el Chicken?» y la mayoría de las veces mi respuesta es «¡cómo no!«… Tres niveles ya, tres talleres, y horas y horas poniendo en práctica el aprendizaje de un formato sobresaliente, que navega en medio de muchos cursos de iniciación en un montón de disciplinas en el mercado.
Sí, los Chicken Camp no sólo enganchan, ¡fascinan!, y permite como pocos cursos enfrentarte a ti mismo como entrenador, exigirte con cada toma de decisiones, probarte con cada plan de entrenamiento, superarte con cada registro bien hecho…
No es sólo el buen ambiente, coloreado por las ansias de aprender con unos compañeros que no pararán de poner el entrenamiento del revés hasta dar con la clave (¡o pasarla por encima!), ni las risas, la frustración o la perseverancia compartida; no es sólo poner a maquinar las mentes despiertas, ni por supuesto conseguir que la gallina de vueltas o haga ochos… Es además el chute de conocimientos a desgranar el resto del año, puesto a prueba de manera práctica e inmediata.
Hacer sin planificar, planificar sin saber, no saber e intentar intuir… Eso no es muy práctico en el entrenamiento de a pie, pero seguro que no puede funcionar en el Chicken Camp.
Este curso ha sido duro, ¡muchos conceptos que ya sabíamos, pero dándoles «tres dimensiones«! Y es que cuando crees que te vas acercando a cierta estabilidad que debe ser reforzada con más entrenamiento, más casos, más práctica… entonces aparecen las nuevas dimensiones que te hacen saber que que aún queda un camino fantástico visto con prismas completamente rompedores.
Un curso para lidiar con muy diferentes estados de ánimo a lo largo de la realización del ejercicio, para aprender que el entrenamiento exige tener los cinco sentidos funcionando al 100%, y que todo lo ajeno a eso, todo aquello que traigas «de fuera» y que estorbe para conseguir los objetivos, debe quedar fuera de las sesiones. De otra forma… ¡las cosas no funcionan!
Frustración y agotamiento mental (¡y físico!) poco ayudan a la precisión necesaria que necesitan unos animales en continuo cambio… y si no tienes la mente despierta para seguir sus ritmos, para variar según ellas aprenden, para evitar reforzar aquello que no deseas, para no tener un registro mental (además del del papel)… ¡cada vez habrá más agotamiento mental!
Intenso, el más intenso de todos los Chicken Camp que he realizado, y el que más me ha costado comprender con diferencia. Partes positvas, ¡casi todas! pero me quedo con haber conseguido entender al final de 4 días «de qué iba todo esto» del Chicken Camp III…
Y en la parte personal, me llevo una vez más la maravillosa experiencia de continuar aprendiendo de grandes profesionales, a los que admiro y a los que quiero, con especial mención a Sonia Grande Moreno, mi compi de tantos entrenamientos y también de este curso, y a la cabeza guiados por Carlos Bueren, , con los que se puede hablar de tantas cosas… (sí, también de entrenamiento) y en los que poder apoyarte cuando las fuerzas flojean.
Chicas, chicos, un placer. Será un honor seguir creciendo juntos poquito a poco, poniendo en práctica la cantidad de cosas con las que el Chicken Camp 3 ha llenado nuestras mochilas.
¡A currar, gestionar, y a estar preparados para afrontar el reto del Chicken IV! 😉
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