Y es que no falla: estás en una sesión o una clase haciendo tu trabajo y de repente la escuchas… sin anticipación ni paños calientes, sin previo aviso y con toda la carga de su significado…
Sí, hay frases recurrentes que hacen que se nos erice la piel y tengamos que hacer nuestras propias señales de calma. Pero ahí están, y si tienes la suerte de haberte puesto en manos de un buen entrenador, ¡acuérdate de ellas para no decirlas!
1. Sí, pero es que…
… a lo que normalmente sigue una excusa inverosímil o sin sustancia, a modo de bloqueo para realizar los ejercicios o acciones que el/la profesional te está pidiendo que hagas.
Si no hay cambios en tu forma de interactuar con tu animal, sea de la forma que sea esa interacción, entonces nada cambiará y por muchos entrenadores, adiestradores, educadores, etólogos, veterinarios o magos del saber que contrates, el cambio que esperas no se producirá.
2. Un amigo me ha dicho que…
Amigos, personas que tienen un perro, gente que una vez lo tuvo, conocidos de amigos, colegas del parque que sacan a su perro cuando tú… Como ocurre muchas veces en la educación (y en cualquier campo, en realidad), todos queremos opinar y dejar nuestra versión, de manera altruista y con afán de ayudar… Pero estás en manos de un/a profesional que no sólo ha tenido a tu perrete entre manos, ni a dos o tres, ni siquiera a una decena… Estás hablando con una persona que se ha formado y que lleva a sus espaldas varios casos de diferentes dificultades, y sobretodo que sabes que no hay receta mágica ni pastilla que todo-lo-cura para cualquier situación o perro individual.
Fíate de la persona que tienes enfrente, tu adiestrador, y empápate de sus conocimientos. Las soluciones que te va a proponer son exclusivas para ti, tu perro y la situación en la que vivís. Lo demás, es hablar por no callar.
3. Otro adiestrador me dio unas pautas pero no las seguí porque no tuve tiempo
Y entonces viene nuestra pregunta: «¿por qué será que en vez de ponerse a seguir esas pautas que nunca probó, llama a otro profesional?»
Porque en realidad esto tiene varias implicaciones, pero hay una muy clara, y es que posiblemente estén buscando que sea el/la entrenador/a el que deba realizar todo el trabajo. ¡Y eso nunca es así! ¿Cuántas horas a la semana tiene el/la profesional la posibilidad de trabajar con el animal? ¿2,5,10…25? ¿Sabes cuántas horas tiene una semana natural? Yo te lo digo: 168. Necesitas dedicarle tiempo a tu perro.
El entrenador está aquí para, efectivamente, darte unas pautas y ayudarte a conseguirlas mediante el trabajo con tu perro y la preparación de un entorno y unas condiciones adecuadas para el trabajo. Ni siquiera en los casos en los que el perro se queda a modo de residencia para entrenamiento, pues serán unas semanas o meses, contra una vida entera por parte de sus responsables humanos.
4. Lo que quiero que hagas hoy, es…
Qué frase tan inocente, ¿verdad?
No, los profesionales hacemos una evaluación del perro y determinamos, según las necesidades que nos comunica el cliente, el mejor tratamiento y forma de llevar a cabo la terapia.
Por supuesto que hay cosas que pueden variar y ejercicios que se pueden alternar o variar dentro de un todo, pero llegar a una sesión y que el cliente, porque ese día ha tenido una idea o un problema, o porque decide que hoy lo que más le urge es algo concreto, te diga qué debes hacer, está fuera de lógica.
Y volvemos a lo mismo… confía en la persona profesional que tienes delante, y si no lo haces, busca otra en la que sí puedas confiar, y sigue sus indicaciones con entusiasmo.
5. No quiero reforzar con comida
Ni posiblemente yo quiero que lo hagas continuamente… Es más, muchos perros tienen diferentes refuerzos primarios o secundarios con los que poder trabajar.
Igual que nos pasa con el seguimiento sistemático de las indicaciones para un ejercicio concreto, que muchas personas deciden saltarse pasos intermedios pensando que así lo harán más rápidamente, ocurre también con el ajuste y el uso de la comida como reforzador. Personas que pretenden reforzar al animal con acciones que, lejos de reforzar, castigan o en el mejor de los casos, dejan al perro indiferente.
No, no siempre es la comida el reforzador ni hay que quitarlo al tercer intento. ¡Depende! ¿De qué? De un montón de factores que el/la profesional tiene en cuenta a la hora de proponer una terapia 😉
Ya ves, nosotros los profesionales también tenemos nuestras cositas… 😀
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